Estados Unidos lanzó el sábado 22 de junio, bajo la operación bautizada como “Martillo de Medianoche”, ataques con bombas bunker-buster y misiles Tomahawk contra tres instalaciones nucleares iraníes —Fordow, Natanz e Isfahán—, causando cráteres visibles, destrucción profunda en edificios clave y daños “muy significativos” según el director del OIEA, Rafael Grossi, aunque aún no se ha podido evaluar completamente el alcance subterráneo. Grossi también advirtió sobre posibles fugas radiactivas y exigió un cese inmediato de hostilidades para acceder e inspeccionar los sitios con seguridad. Irán, por su parte, condenó las acciones como una violación al derecho internacional, suspendió la cooperación con el OIEA y amenazó con respuestas proporcionales, incluso el cierre del estrecho de Ormuz, mientras la comunidad internacional —incluidos la ONU, la UE, China, Rusia y varios gobiernos— exigía moderación y el retorno a la vía diplomática