El Gobierno de Estados Unidos ha puesto en marcha su mayor iniciativa marítima desde la década de 1970, con el objetivo de contrarrestar la expansión global de la red portuaria china. La Casa Blanca teme que, en un escenario de conflicto, la flota comercial estadounidense no esté preparada para sostener a las fuerzas militares debido a su dependencia de buques y puertos extranjeros. En este marco, Washington analiza respaldar a empresas privadas para adquirir participaciones chinas en puertos estratégicos, como el interés de BlackRock en activos de CK Hutchison, que opera en 23 países, incluido el Canal de Panamá.
La preocupación se centra en la fuerte presencia china en puntos neurálgicos como el puerto griego de El Pireo, donde COSCO controla el 67% de la terminal, así como en Kingston (Jamaica), el estrecho de Gibraltar y puertos españoles como Valencia y Bilbao. China ya participa en 129 proyectos portuarios alrededor del mundo y su industria naval supera en 230 veces la capacidad de EE.UU., lo que refuerza su liderazgo en las rutas marítimas. Mientras Washington ve esta influencia como una amenaza directa a su seguridad nacional, Pekín lo enmarca en su iniciativa de la Franja y la Ruta, intensificando las tensiones bilaterales.