A partir del 1° de enero, Bulgaria dejará atrás su moneda nacional, el lev, para comenzar a utilizar el euro. Con esta transición, se convertirá en el país número 21 en formar parte de la unión monetaria europea, un proyecto clave para fortalecer la integración económica dentro de la Unión Europea.
La decisión, respaldada esta semana por las autoridades comunitarias, marca un nuevo paso en el proceso de ampliación del euro, una moneda compartida por gran parte de los países miembros de la UE.
El camino hacia la eurozona: cómo se suman los países
Ingresar a la eurozona no es automático. Los países deben superar una serie de exigencias económicas conocidas como los «criterios de convergencia». Estas incluyen una inflación controlada, disciplina fiscal en materia de déficit y deuda, estabilidad en las tasas de interés a largo plazo y un tipo de cambio estable frente al euro.
Además, los aspirantes deben permanecer al menos dos años dentro del mecanismo conocido como MTC II, una especie de “sala de espera” en la que su moneda debe mantenerse sin grandes fluctuaciones respecto al euro. Esto permite verificar que sus economías están alineadas de forma sostenible con la dinámica de la eurozona.
Cuando la Comisión Europea y el Banco Central Europeo confirman que se cumplen las condiciones, la decisión final queda en manos del Consejo de la UE, que resuelve mediante una votación calificada.
Una adhesión anticipada y disciplinada
Bulgaria presenta un caso particular. Desde 1999 —mucho antes de ingresar a la Unión Europea en 2007— ya había vinculado su moneda al euro. Esta política de anclaje monetario se mantuvo firme a lo largo de los años.
Con una deuda pública del 24,1% del PBI —muy por debajo del límite del 60% exigido—, Bulgaria superó con comodidad uno de los requisitos clave. El último desafío fue controlar la inflación, que debía mantenerse por debajo del 2,8%.
Aunque existían dudas en Bruselas sobre problemas estructurales como la corrupción y el lavado de dinero, tanto la Comisión como el BCE coincidieron en que el país ha demostrado avances suficientes en esas áreas.
La votación definitiva sobre su incorporación se realizará el 8 de julio, durante una reunión de ministros de finanzas europeos. Todo indica que será un trámite formal, ya que el visto bueno político y técnico está prácticamente asegurado.