La sociedad argentina se mantiene aferrada al modo “huir, sufrir y creer”. Sobre ese telón de fondo diseñado sobre la base de componentes psicológicos, simbólicos y narrativos de alta densidad se apoya la realidad cotidiana, dejando a la vista una fragilidad insoslayable. Los datos oficiales del Indec publicados el miércoles indican que en la comparación interanual en abril la industria cayó 16,5% y la construcción, 37%. En este último sector, a marzo, se perdieron 73.000 puestos de trabajo formales año contra año.
Subestimar la recesión “magnitud 2002″ que estamos atravesando podría ser tan peligroso como desconocer el sorprendente estoicismo con el que los argentinos la están procesando. ¿Estamos asistiendo acaso a una mutación genética de nuestra sociedad? ¿Hay una transformación subterránea de los valores que nos organizan y definen? ¿De qué materia está hecha la templanza imperante?