«La economía necesita esa vacuna». La frase, con tono de ruego y repetida por el ministro de economía Martín Guzmán a su par de salud, Ginés González García horas atrás, muestra a las claras la obsesión del gobierno de Alberto Fernández por encontrar, después de siete largos meses de cuarentena un antídoto efectivo contra la pandemia de coronavirus para salvar vidas y también una economía que aparenta en terapia intensiva.
Según publicó el diario La Nación, mientras negocia al menos con cinco laboratorios que ya se encuentran en fase 3 de experimentación, González García diseña un plan de vacunación masiva y obligatoria para fines de año para no menos de 13,5 millones de personas, entre personal de salud y grupos de riesgo, primer y necesario paso para llegar a toda la población, hacia marzo de 2021.
Sin definiciones ni plazos definidos, y por orden del Presidente, el ministro seguirá un orden establecido de prioridades a la hora de la elección, en cuanto a la o las vacunas estén disponibles. «Primero el cuándo, después el cuántos y por último (aunque no menos importante) el cuánto», afirman desde el segundo piso del edificio que mira a la 9 de julio.
La prioridad es, por ende, la velocidad, luego la cantidad de dosis y por último su precio, define a un alto funcionario, mientras el Gobierno intenta frenar con las herramientas ya conocidas la expansión del virus en el Interior del país. «Hay mucha presión social para hacer magia», hacen trascender cerca de González García, en crítica a la oposición y a sectores «que quieren abrir todo, aunque reconocen como «un tiro en el pie» las omisiones en el conteo de tests, que le valieron la exclusión de un sistema global de medición de casos.
Vía zoom, el Ministerio de Salud negocia plazos y precios con cinco compañías: Oxford-Astra Zeneca (Gran Bretaña) Sinopharm (China), Sputnik (Rusia) Jansen y Pfizer (Estados Unidos). Nadie quiere arriesgar una alternativa, pero Pfizer pica en punta para ser la primera según comentan en despachos oficiales. Astra-Zeneca, que produce y distribuirá aquí el empresario Hugo Sigman, tiene la ventaja del precio, unos 4 dólares por dosis contra 37 de la empresa Moderna, con la que Argentina aún no firmó acuerdos y que parece destinada únicamente al mercado estadounidense. También Sinopharm, con la que trabaja la fundación Huésped de Pedro Cahn, está entre las más esperadas.
«La selección será científica y a la vez geopolítica», suele repetir el ministro de Salud, quien apela a veces a una humorada para describir las presiones de las distintas empresas a la hora de ofrecer la solución que el mundo espera. «Cada uno me habla mal del otro para que le compremos la vacuna a ellos», resume González García en la intimidad, y da otro detalles: salvo Jansen, el resto de las opciones incluye la obligatoriedad de una segunda dosis que aseguraría su efectividad.
Lo que sí está definida es la obligación de vacunarse de cada ciudadano. «Hay una ley de vacunas que hay que cumplir. Y más en este caso donde la responsabilidad es individual y colectiva», afirman desde el ministerio de Salud, aunque no prevén por el momento castigos o penalizaciones para aquellos que decidan no vacunarse.
La esperanza en la solución futura se combina con una situación epidemiológica compleja, con peligro de desborde en Río Negro y Neuquén (las provincias que más precupan), y una «meseta alta» que estaría llegando en Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Tucumán, que desplazaron a la ciudad de Buenos Aires en el segundo puesto de cantidad de casos en los informes diarios
sobre infectados del Covid. Para la nueva prórroga de la cuarentena-las reuniones entre el Gobierno, los expertos y los gobernadores empezarán mañana-se prevén pocos cambios, salvo el ingreso de algunas localidades a fases más restrictivas, debido al aumento de casos