Ya no se trata de ralentizar el ajuste, en la Casa Rosada entienden que no hay margen ni voluntad política, al menos hasta octubre próximo. El giro ortodoxo que tenía previsto el presidente Alberto Fernández para ordenar las cuentas públicas y cumplir con las metas fiscales que posibiliten acelerar la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) no estará apalancado sobre aumentos de tarifas o con los haberes previsionales, como sucedió durante este año.
Pese a las necesidades, el Frente de Todos saldó un debate interno que tenía como principal dilema tener que aceptar un ajuste en su economía o correr el riesgo de una aceleración peligrosa de la inflación y el dólar. Si bien la vicepresidenta Cristina Kirchner, en su tercera carta, había hecho un guiño en ese sentido, en el discurso de ayer, donde se escenificó la unidad interna, clausuró cualquier posibilidad.
Después de tres años con una caída del salario real, la vicepresidenta fijó un límite: las jubilaciones y los salarios no deberán perder contra la inflación, que según analistas privados podría llegar al 50 por ciento en 2021.
Las tarifas de los servicios públicos estarán atadas a los incrementos de los trabajadores. Esta semana el Gobierno prorrogó hasta marzo el congelamiento de tarifas, mientras el secretario de Energía, Darío Martínez, prepara un nuevo esquema con aumentos focalizados de acuerdo a los ingresos de los usuarios.
En Balcarce 50 ya tomaron nota: nadie más habla de ajuste ni de recortar subsidios. El Gobierno busca evitar tropezar con la misma piedra de Cambiemos, que posibilitó el regreso del kirchnerismo al poder. El próximo año todas las medidas de impacto social deberán pasar por el tamiz electoral, el objetivo de máxima.
El objetivo de 2021 es, en palabras de la expresidenta, «alinear precios, tarifas y salarios». Esa fue la fórmula, según describió, que reguló la economía durante los 12 años que gobernaron el país con su esposo, Néstor Kirchner. Revitalizar el consumo interno será clave. En su presentación en el flamante estadio Diego Armando Maradona, la vicepresidenta marcó el camino: el regreso al poder no fue para ajustar.
La negociación con las empresas de telefonía fija, móvil, Internet y televisión por cable sirve de guía: el gobierno nacional habilitó un incremento del 5% en los servicios, muy por debajo de lo que pretendían las compañías. Como contraparte, el Gobierno reforzó todos los planes y asistencias alimentarias para diciembre.
La batalla con final abierto, según anticiparon fuentes oficiales, es contra los formadores de precios de los alimentos. El Presidente se volcó sobre los intendentes del Gran Buenos Aires para controlar a los mayoristas y grandes cadenas de supermercados. Una aventura en la que hasta ahora no logró imponerse. En esto, todos miran de reojo a la secretaria de Comercio Interior, Paula Español. El tiempo de las excusas pandémicas se agota, según admitieron en la Casa Rosada.
«La economía va a crecer en 2021, pero ojo, no quiero que ese crecimiento se lo queden tres o cuatro vivos nada más», alertó Cristina Kirchner ante la atenta mirada del Presidente; su hijo, Máximo; el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, y el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa. Las referencias del Frente de Todos. Y le recordó a Alberto Fernández que su llegada a la Casa Rosada se dio no solo por la unidad del peronismo, sino por los desmanejos económicos de Mauricio Macri. «No nos olvidemos nunca de esto. Si uno no sabe cómo llegó es probable que no sepa cómo ir», dijo.
En este escenario, el gobierno nacional también mantendrá por los próximos meses la doble indemnización para los despidos. Todo está atado a la normalización de la economía. «No son normas para períodos ordinarios», explicó a LA NACION el ministro de Trabajo, Claudio Moroni.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, monitorea el nuevo escenario. «No complica la relación con el Fondo, lo van a entender», aseguraron fuentes oficiales. Según explicaron allegados a titular del Palacio de Hacienda, ningún integrante del organismo multilateral de crédito pidió una devaluación o la dolarización de las tarifas de servicios públicos. «Saben que el Gobierno se juega en que no se escape la inflación», reforzaron.
En La Plata, el más claro fue Máximo Kirchner. «Hay que ayudar a controlar los precios. Los empresarios tienen que saber que los argentinos no pueden más. Son las cosas que nos interesan», avisó el jefe de la bancada del Frente de Todos en la Cámara de Diputados. Detrás de él, asintieron su madre y el Presidente.