El Gobierno prepara una convocatoria a empresarios, sindicalistas, gobernadores, la oposición que tenga representación legislativa y académicos para después de las elecciones. En la antesala de una probable derrota electoral, la Casa Rosada buscará avanzar con una serie de acuerdos básicos para encarar los últimos dos años de la gestión de Alberto Fernández.
El listado asoma en la hoja que aún se garabatea en los principales despachos de la Casa Rosada con el objetivo de alcanzar una agenda común que incluirá un eventual acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero también temas vinculados a la producción, empleo y la educación.
“Es el momento para profundizar acuerdos y minimizar las diferencias”, explicó el Presidente a días antes de encarar la gira por Europa. En eso están de acuerdo el jefe de Gabinete, Juan Manzur, y el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, uno de los líderes del Frente de Todos que anticipó la jugada y que rechazó la oposición en medio del debate electoral.
“El 15 tenemos que gobernar, eso no cambia por la elección”, describió una altísima fuente del gobierno nacional. Los principales interlocutores del oficialismo serán el ministro coordinador, Massa y el ministro del Interior, Wado de Pedro. El llamado a construir consensos será uno de los ejes del discurso del oficialismo después del 14 de noviembre, pero siempre con la premisa de que aún restan dos años de gobierno. “Nosotros gobernamos”, aclararon desde el primer piso de Balcarce 50.
Desde el gobierno nacional entienden que no ha llegado el momento para establecer los puentes de comunicación. “En estos momentos la pirotecnia verbal se exacerba, se radicaliza. El dato objetivo es que el 14 habrá dos diputados más o dos senadores menos, pero el 15 hay que seguir gobernando”, buscó desdramatizar un gobernador con ascendencia en la toma de decisiones nacionales. A dos semanas de las elecciones, todo pasa por el tamiz electoral y el cruce de acusaciones se incrementará con el correr de las horas.
Cerca del Presidente reconocen que la grieta se profundizó en los últimos meses. En esto hay coincidencia con la oposición. Por eso, tras los comicios creen cerca de Fernández, que comenzará un tiempo de gracia que permitiría un acercamiento.
“Todos tenemos una visión clara de a dónde hay que ir. Priorizar lo que le está pasando a la gente. No podemos disociarnos de eso”, relató uno de los funcionarios más influyentes del gobierno nacional. Y agregó: “Tenemos que armar una mesa para decir que estas son las condiciones”.
Alberto Fernández, Cristina Kirchner, Massa y Manzur ya hablaron de este tema. El diputado nacional incluso contó públicamente que lo debatió con el jefe del Estado y la vicepresidenta. “El Presidente tiene la decisión de hacerlo”, anticipó Massa hace dos semanas.
Con Manzur abocado de lleno a revitalizar al gabinete nacional, desde que asumió hace 40 días buscó acelerar los procesos internos e implementó un “tablero de control” para asegurar avances en la gestión de cada uno de los 20 ministerios a su cargo, el Presidente intenta ordenar, aún sin efectos positivos, la economía.
Ninguna de las medidas que se tomaron en los últimos 20 días tuvo como objetivo atacar los problemas de fondo. El mejor ejemplo fue el congelamiento de precios. En el Gobierno ya reconocieron que la medida no tendrá un efecto real, pero la justificaron por su utilidad electoral.
“La inflación no se resuelve con esto, no funcionó nunca, pero era importante mostrar que estamos haciendo algo. Es el principal reclamo de la gente, no nos podemos quedar de brazos cruzados”, admitieron cerca del mandatario.
Si bien nadie se anima a arrojar un resultado positivo, el Gobierno deja trascender una leve recuperación de cara a las elecciones legislativas. Recortar la distancia que le sacó Juntos por el Cambio, especialmente en la provincia de Buenos Aires, será fundamental para el relato que emanará desde las usinas del oficialismo.
En este punto, desde el comando de campaña describieron a la elección como un “termómetro” necesario, pero no definitivo. “Felizmente hubo una PASO porque el Gobierno pudo tomar la magnitud del impacto que ha tenido la pandemia”, explicaron fuentes oficiales. Lo que sacudió al oficialismo fue la diferencia, no la derrota.
“Si no somos capaces de encender el motor productivo, de generar trabajo y felicidad, entonces nos van a ganar. Pero no hay que dramatizar si perdemos”, analizó un importante funcionario con despacho en la planta baja de la Casa de Gobierno.
Lejos del espíritu de derrota que atravesó al oficialismo y se transformó en una crisis política que detonó al gabinete nacional con la intervención de Cristina Kirchner y La Cámpora, hoy el oficialismo busca mostrarse repuesto.
“Hoy la dirigencia está más motivada, está en la calle. Creo que va a haber un resultado un poco mejor. El olfato me dice que vamos a estar mejor, en una situación complicada”, sostuvo uno de los principales integrantes del Gobierno. Y añadió: “Hubo discusiones importantes, ediciones literarias y hubo cambios. Es normal y sano. Tomamos nota”.