Analistas de banco de inversión anticiparon retoques mínimos para lograr un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) o la persistencia del riesgo de una política económica más populista en el corto plazo
WASHINGTON.- Las primeras lecturas de los resultados de las elecciones legislativas comenzaron a circular anoche, ya con el recuento de votos casi terminado y después de los dos discursos del presidente Alberto Fernández. Y el primer veredicto de los grandes bancos de inversión de Wall Street fue que, pese a la histórica derrota que sufrió el peronismo, no habrá un giro marcado en el rumbo económico del Gobierno, sino, a lo sumo, retoques que alcancen para cerrar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Anoche, luego de la derrota, Fernández anunció que enviará al Congreso un programa económico con los “mejores entendimientos” logrados hasta ahora en los casi dos años de discusiones entre el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el staff del Fondo, una señal que esperan en Estados Unidos desde el inicio del gobierno del Frente de Todos.
Un informe del banco de inversión JP Morgan anticipa “un mínimo esfuerzo de política” destinado a asegurar la refinanciación con el Fondo de la deuda por 44.000 millones de dólares que dejó el gobierno de Mauricio Macri, sin un cambio profundo en la política económica que ayude a bajar la inflación o a consolidar el crecimiento.
“El escenario que evaluamos como el más probable podría caracterizarse como un cóctel de políticas heterodoxas combinadas con pinceladas de consolidación fiscal limitada”, escribió Diego Pereira, economista de JP Morgan. “Es decir, un esfuerzo mínimo de política destinado a asegurar un acuerdo con el FMI podría evitar las nefastas implicaciones de la autarquía financiera, pero sería insuficiente para asegurar una tendencia inflacionaria descendente creíble y, por lo tanto, un crecimiento sostenible sobre la base de un stock de capital creciente”, completó.
Pereira cree que la histórica derrota del peronismo, que por primera vez desde 1983 perdió el quórum propio en el Senado, y el triunfo de Juntos por el Cambio sin llegar a obtener mayorías “limita los escenarios para potencias agendas radicales”. Por eso, Pereira cree que el Gobierno evitará una mayor deriva heterodoxa, y la posibilidad de caer en un impago con el Fondo –llamado “arrears”, en la jerga técnica– “no tendrá respaldo político después de estos resultados”.
Más pesimista, Alberto Ramos, economista de Goldman Sachs, dijo que el resultado de las elecciones legislativas parece haber marcado un rechazo a la política económica del Gobierno con una inflación alta y salarios reales en declive, con controles y “represión financiera”, pero deja abierto el riesgo de una mayor radicalización. Ramos cree que la nueva composición del Congreso, más amena al paladar del mercado, puede llevar a más controles al Gobierno y a un cambio potencial de régimen económico en 2023, “pero también existe el riesgo de políticas más populistas a corto plazo”.
“La administración de Alberto Fernández y Cristina Kirchner podría emerger políticamente debilitada y la disidencia interna sobre la dirección de la política podría crecer aún más”, evaluó Ramos. “El pobre desempeño electoral también podría debilitar aún más al presidente Alberto Fernández y al ministro Martín Guzmán frente a la más heterodoxa vicepresidenta Cristina Kirchner y sus colaboradores cercanos. Este telón de fondo aumenta el riesgo de una combinación de políticas (incluso) más heterodoxas, intervencionistas, que podría complicar aún más la ya difícil negociación de un programa del FMI para volver a perfilar las fuertes amortizaciones en los próximos años”, concluyó Ramos.
Shioban Morden, directora de Amherst Pierpont, dijo que las elecciones marcaron un importante “punto de quiebre” en el sentimiento de los votantes respecto del kirchnerismo en “una fase madura de fracaso de las políticas”. Morden no ve otro camino que no sea un acuerdo con el Fondo.
“La administración de Fernández es ahora mucho más débil y tendrá que negociar con la oposición los dos años que quedan”, indicó. “Esta derrota del partido gobernante es una buena noticia para los tenedores de bonos y explica el repunte de los precios de los bonos después de las elecciones. Todavía parecen que habrá unos meses tensos de negociaciones con el FMI. Sin embargo, los bajos precios de los bonos deberían estar cerca de tocar fondo contra un cambio gradual y decisivo hacia la moderación de las políticas con el castigo del mercado y las negociaciones del FMI como catalizadores. No veo otra alternativa que llegar a un acuerdo con el FMI”, completó.
Jorge Piedrahita, CEO de Gear Capital Partners, dijo que la elección dejó varios “hitos” como la pérdida del quórum propio del peronismo en el Senado, pero también anticipó retoques sin cambio de rumbo.
“Hay un problema importante y no hay que subestimarlo. A Alberto Fernández le quedan dos años de gobierno y la gran pregunta es qué va a hacer. La Argentina necesita un viraje general y el viraje debe ser brucos y profundo y no veo que vaya a ser el caso, y entonces estamos en un escenario en el que lo que van a hacer no llega a la marca de lo que se necesita” afirmó.
El escenario más probable para Piedrahita es una heterodoxia con un acuerdo con el Fondo que no llegará a brindar el impulso que necesita la economía argentina.
“Hay tres alternativas. Un viraje profundo con mucha ortodoxia, que no veo. Patear el tablero, ir a un default con el FMI, que tampoco lo veo. Y un tercer camino más probable, un camino de heterodoxia pero un acuerdo con el FMI que sea lo mínimo necesario. El problema es que eso no te da el shock de credibilidad que necesitas. Entonces es un problema para el Fondo, y para la Argentina”, completó.