Por primera vez en meses, el presidente Alberto Fernández dejó de padecer la gestión de su administración. Los pronósticos que había recibido en la previa de las elecciones hacían más sombrío su futuro y lo llenaron de incertidumbre. Por eso, pese a la derrota electoral, vivió el domingo como un triunfo y hoy como un relanzamiento de su gobierno. Pero no se engaña, sabe que la oportunidad que se le abrió es la última y que la ventana de tiempo para aprovecharla durará poco tiempo.
Sin mencionar el nombre de Cristina Kirchner, solo se refirió a ella una sola vez como “la vicepresidenta” durante todo su discurso, el Presidente ocupó la centralidad como un mensaje sobre la etapa que comienza. Hoy, ante casi todas las tribus del Frente de Todos, llamó la atención que la agrupación de Máximo Kirchner, La Cámpora, no ingresó a la Plaza de Mayo hasta que Fernández terminó su presentación, el jefe del Estado dejó abierto el escenario para que en 2023 el Frente de Todos dirima la interna en una gran PASO.
“Mi mayor aspiración es que en 2023, desde el último concejal hasta el presidente de la República, lo elijan primero los compañeros. Tenemos que hacer lo necesario para que en 2023 aseguremos un triunfo rotundo”, lanzó el Presidente ante miles de personas como respuesta a las críticas por encabezar la movilización a 72 horas de la derrota electoral.
El Presidente además volvió a convocar a la oposición al diálogo, aunque dejó afuera de esa mesa al expresidente Mauricio Macri y a Javier Milei. “Nada que hablar tenemos con ellos”, lanzó desde el escenario. El jefe del Estado reiteró el llamado con la certeza de que la prioridad es cerrar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y que es necesario un respaldo de la política. Es la prioridad en un océano de urgencias entre las que se destacan la inflación, el desempleo y la pobreza.
Las palabras del jefe del Estado llegaron acompañadas con un guiño que tiene como principal destino a Juntos por el Cambio: la decisión de prorrogar las sesiones ordinarias hasta fin de año actúa como un cheque en blanco para el principal bloque opositor. ¿Llegó la hora para tratar la boleta única o el proyecto de ficha limpia? En esta etapa todo es negociable, admiten en la Casa Rosada. Además de la deuda, el temario que buscará aprobar el Presidente tiene otras cuatro iniciativas: hidrocarburos, electromovilidad, agroindustrial y compre argentino.
Con la vicepresidenta Cristina Kirchner replegada y el frente interno ordenado, al menos por ahora, el Presidente inauguró una nueva etapa en la que buscará imponer un nuevo estilo de conducción. Aquellos que estuvieron con él en los últimos días dan cuenta de esto. “Aunque haya enojos, no va a retroceder”, así lo aseguran desde su círculo de confianza. Eso sí, para que no haya malas interpretaciones la nueva era no implica más albertismo. “Tiene mucho frentetodismo”, aseguró el mandatario tras el acto en diálogo con los periodistas acreditados en la Casa de Gobierno.
“Sacamos la cabeza de abajo del agua; tenemos una vida más”, describió uno de los funcionarios más influyentes del gabinete nacional.
No es la primera vez que el Presidente y sus principales funcionarios hablan de ganar protagonismo. Lo cierto es que hasta ahora nunca lo practicó. ¿Lo hará está vez? La vuelta de Juan Pablo Biondi –estuvo en el escenario en la previa–, el exvocero presidencial que salió eyectado de su cargo tras la carta de Cristina Kirchner, es una señal en ese sentido.
Desde los círculos de confianza de Alberto Fernández y Cristina Kirchner aseguraron que la relación está “muy bien”. Según pudo saber la nacion, recuperaron el diálogo. El Presidente también volvió a hablar con fluidez con Máximo Kirchner tras la desconfianza que se posó sobre ese vínculo después de las renuncias en masa de ese sector. Con Wado de Pedro también mejoró su conexión, aunque en este caso la confianza quedó dañada para siempre.
El acto de hoy tuvo por objetivo “recomponer” la imagen de Alberto Fernández, aún debilitado tras la caída electoral. La segunda etapa de su gobierno, como la bautizaron desde su entorno, comenzará con algunos objetivos ya definidos: mejorar el poder adquisitivo de la gente, generar trabajo y combatir la inflación. En este último punto, desde Balcarce 50 ya anticiparon un cambio de tendencia por el congelamiento de precios.
Una muestra del momento que atraviesa esa relación fue la decisión de La Cámpora de movilizar, pero no participar del acto. Esto no sorprendió al Presidente ni a sus principales colaboradores que ya tenían el dato de lo que iban a hacer los camporistas.