Las tensiones en el Gobierno, los cambios de ministros y el endurecimiento del cepo ampliaron la incertidumbre y llevaron a que empeorara el escenario pronosticado para el corto plazo; qué estiman los economistas que ocurrirá
Los números pueden variar en el detalle, pero ilustran una tendencia común. Entre el endurecimiento del cepo, el cambio de ministros y las tensiones internas en el Gobierno, los principales indicadores económicos de la Argentina se deterioraron y empeoró el escenario de corto plazo. Y en ese contexto, las consultoras privadas que mensualmente dan sus proyecciones en el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), que publica el Banco Central, empeoraron sus números para el año y empieza a verse un sendero que avanza hacia la estanflación.
Las cifras evidencian un deterioro acelerado. Hace poco más de dos semanas, el informe del REM mostraba el pronóstico de una inflación para todo este año de entre el 76% y el 79%. Ese índice estimado, que tuvo en cuenta la opinión de 38 centros de estudios, entre consultoras y entidades financieras, ya había registrado una suba de 4,1 puntos con respecto a las estimaciones del mes anterior. La tendencia no fue entonces novedosa: esos mismos analistas habían revelado tener en marzo una proyección de inflación para 2022 casi 20 puntos más baja. Y los últimos acontecimientos de la economía enturbiaron aún más el escenario, con un empeoramiento de los pronósticos.
Precios, a mayor ritmo
En materia de precios, los economistas revisaron al alza sus proyecciones. Las expectativas arrancan en 85% para el año y no se descarta que se llegue a un índice de tres cifras. Luego de la aceleración de junio (el 5,3% informado por el Indec interrumpió tres meses consecutivos en los cuales el Índice de Precios al Consumidor –IPC–mostró una tendencia a la baja, pero siempre en niveles elevados), para el actual mes de julio se espera otra suba, que podría llevar el IPC a un nivel incluso por encima del pico observado en marzo (6,7%).
“Las proyecciones se revisan periódicamente, dentro de un conjunto de modelos que tienen en cuenta la evolución de variables internacionales y domésticas. En los últimos 30 a 45 días el contexto se ha deteriorado en términos de la ampliación de desequilibrios domésticos (fiscales y monetarios), del desequilibrio creciente de precios relativos y de los anuncios y decisiones de políticas que introducen mayor represión en los mercados”, sintetiza Juan Luis Bour, economista jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL). En la consultora ya manejan una proyección de inflación del 92% para 2022, un año que terminará con el peor registro desde la última hiperinflación, en 1991.
“Esa situación conduce a una ampliación de la incertidumbre sobre la evolución de las variables financieras y reales, que se manifiesta en el fuerte aumento de brechas cambiarias, el incremento de las primas de riesgo, la aceleración de la inflación, las respuestas de mayor represión –en particular, en materia de políticas con impacto en el comercio exterior– y la inducción de un ‘frenazo’ en la actividad, con caída del producto bruto interno en la última parte del año”, dice el analista.
Y no descarta que haya un índice de suba de precios de tres cifras este año: “El problema es que, en un escenario donde se intentan frenar un poco los desequilibrios fiscales y los monetarios, se puede llegar a tener tasas de inflación por debajo de 6% mensual. Pero si se va a 7% u 8% por varios meses, rápidamente se llega a 100%. Hoy hay un escenario [de proyecciones] de 92%, pero que converge a 100% en febrero de 2023, y cualquier aceleración te puede llevar muy rápido a las tres cifras”.
Este contexto de deterioro económico y aceleración de los precios es considerado en general hoy por las proyecciones de las consultoras, que en su mayoría diagraman múltiples escenarios: uno base, de mayor probabilidad de ocurrencia, y otros modelos con proyecciones de mejores y peores perspectivas. “Hoy los riesgos están al alza. Solemos trabajar con tres escenarios, el base, uno optimista y otro pesimista, y hoy el lugar del optimista no existe. En el corto plazo, la situación va a tener que ver con lo que pase en el mercado cambiario, que no haya una descoordinación mayor de las expectativas y cuánto el ruido político puede condicionar el contexto hacia adelante”, dice Federico Moll, director de la consultora Ecolatina que, a raíz de los últimos acontecimientos económicos, elevó su proyección base de inflación del 80% al 85%.
“En la inflación se junta un contexto de mucha incertidumbre, con un shock nuevo que se da en ciertos mercados, como el que tuvo que ver con la salida de Martín Guzmán del Ministerio de Economía. Pero la razón principal del movimiento de los precios no es esa, sino el tema del Banco Central y las nuevas restricciones a las importaciones”, plantea el economista, en referencia a la comunicación A7532 del Banco Central, que estableció una limitación para el acceso a divisas por parte de las empresas que realizan compras en el exterior, y extendió a 180 días las exigencias de financiamiento para esas operaciones.
En ese contexto, Ecolatina registró en su relevamiento de productos online subas de alrededor del 10% en bienes durables. “Vimos aumentos muy fuertes en menos de una semana, con estrategias de decisión muy variadas. El retailer con capacidad de decisión en términos de precios y con estructura grande, tuvo subas diferenciadas por productos. Lo mismo pasó en el rubro de consumo masivo y en las marcas grandes, que no aumentan 15% en toda su cartera. Pero los retailers o marcas más chicas aplicaron aumentos para todo. Y lo que vemos es que el proceso inflacionario es más inflexible a la baja. Y sobre eso llegará un proceso de reapertura de paritarias, que le pone piso a la inflación futura; está en niveles, desde lo nominal, muy alto y es naif pensar que el salario no implicará aumentos de precios. Todo eso lleva a pasar de 75% a 85% para el año”, concluye el economista, en referencia a una dinámica de cláusulas de revisión y reapertura de negociaciones salariales que comenzará en los próximos meses.
Costos sociales y políticos
Además de la cuestión macroeconómica, la aceleración de la inflación tiene efectos y consecuencias políticas, con un incremento en la tensión social y un crecimiento de las movilizaciones de organizaciones sociales, que reconfiguran el movimiento en la calle.
Al despliegue del Polo Obrero y su reciente proximidad con Juan Grabois, dirigente de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) y un referente de los más afines al kirchnerismo, se suma la posibilidad de una movilización contra la inflación convocada por la CGT. La central obrera fue cercana al Presidente Alberto Fernández, al menos hasta la llegada de la ministra de Economía Silvina Batakis, que confirmó la continuidad del programa y las metas firmadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), y anunció medidas de austeridad con la intención de converger al equilibrio de las cuentas fiscales.
“No vamos a gastar más de lo que tenemos”, fue la frase de la ministra que puso en guardia a los sectores del Frente de Todos más críticos con el Presidente.
“Las últimas dos veces que tuvimos picos de brecha cambiaria hubo una modificación de régimen inflacionario, con un índice que se fue acelerando. Y es muy factible que la tasa de inflación ahora se acelere, sumado eso al efecto del menor acceso al mercado de cambios que decidió el Banco Central. Estimamos que la inflación se va a ubicar en el 90% anual, pero todo es frágil e incierto. Manejamos un segundo escenario, en el cual la inflación podría trepar a tres dígitos. Por ahora no es el escenario central, pero en este contexto no lo podemos descartar”, dice Sebastián Menescaldi, director asociado de EcoGo, donde estiman un dólar de $170 para fin de año y un crecimiento del producto bruto del 2% para todo 2022.
Por su parte, Melisa Sala, economista jefa de la consultora LCG, coincide en el piso de 90% para la estimación de la inflación de 2022. “Sobre una inercia ya alta, un salto de la inflación mensual en julio, producto de la inestabilidad económica y política, con un piso de 7%, aún con una desaceleración posterior a los niveles previos (5% mensual), dejará una inflación cercana a 90% anual en diciembre. Para llegar al 80% anual, como manejábamos en la proyección anterior, sería necesario que el índice mensual promedio del segundo semestre se desacelere hasta llegar a niveles del 4% mensual, que serían los más bajos del año. Y no luce algo probable, porque a la dinámica inercial deben sumarse el ajuste de tarifas, si es que finalmente se implementa una quita o una segmentación de subsidios, y la reapertura de paritarias a partir de las cláusulas gatillo”, plantea la analista.
Tipo de cambio y brecha
El contexto de aceleración inflacionaria e incertidumbre política también impacta sobre la cuestión cambiaria y la brecha. Mientras el Banco Central eleva el ritmo de devaluación en el caso del tipo de cambio oficial (estuvo por encima del 4% en junio), también avanzan los dólares paralelos, que se dispararon en las últimas semanas y llegaron a niveles récord.
A partir de esa dinámica, las proyecciones de los analistas contemplan una continuidad del cepo y descartan que el Gobierno contemple una devaluación.
En C&T Asesores Económicos, proyectan una inflación del 90% y un dólar oficial de $166 a fin de año. “Creemos que el tipo de cambio se va a mover más rápido y es un factor que está en la revisión al alza de la inflación, pero no creo que haya un cambio en el régimen cambiario. Durante un tiempo va a seguir atrasándose y, si bien no se puede descartar que quieran hacer un salto, a priori uno piensa que no, y que el plan es reforzar los controles y deslizarlo más rápido cada mes”, dice Camilo Tiscornia, economista y director de la firma.
Desde la consultora OJF & Asociados, de Orlando Ferreres, en tanto, estiman una inflación de 86% para este año y un dólar oficial de $166, consistente con una evolución del crawling peg (movimiento gradual del tipo de cambio) a un ritmo mayor, para intentar no perder tanto terreno frente a la inflación. En ese escenario, en la consultora contemplan la continuidad de la brecha cambiaria, con un dólar blue que cerraría el año con un valor en torno a $350.
“Hoy, lo que descuenta el precio del dólar paralelo es la inflación. Porque con estos precios podría lucir caro, pero con esta inflación en dos minutos se abarata”, plantea Fausto Spotorno, economista y director de OJF & Asociados. “Cuando subís 10 puntos el recargo al dólar turista, naturalmente va a subir el blue, y se le pone un piso a la brecha, que no puede ser menor al 75%”, agrega, en referencia a la última medida de la AFIP, que elevó de 35% a 45% el nivel de la percepción a cuenta de Ganancias o Bienes Personales (si se pagan esos impuestos) que existe cuando se hacen consumos en el exterior o se compra o contrata a proveedores del exterior.
En LCG consideran que el dólar oficial que llegará a $172. “En esta dinámica de aceleración de la inflación, entendemos que el Gobierno intentará volver a utilizar el tipo de cambio oficial como ancla. Esto, a pesar del compromiso asumido con el FMI de sostener la paridad real de diciembre 2021. Es que ya no quedan muchas otras anclas a las que apelar. No obstante, el efecto tenderá a ser marginal. El ajuste de precios actual parecería responder más al aumento de las expectativas de devaluación, justificadas en una brecha de tres dígitos que en las últimas semanas se mueve sistemáticamente al alza, que a la evolución del dólar oficial”, plantea Sala.
Actividad estancada
Con la brecha en expansión, inflación acelerada, escasez de reservas en el Banco Central y restricciones en el acceso a dólares para el pago de importaciones, las proyecciones marcan un estancamiento en el nivel de actividad. Si bien los datos oficiales arrojaron números positivos en el primer trimestre (un crecimiento de 6% interanual y de 0,9% contra el último trimestre de 2021) y el Gobierno se entusiasma con cifras superiores al 4% para 2022, las consultoras ya recortan sus estimaciones y prevén, incluso, un escenario de caída para lo que queda del año.
“Desde Equilibra ya estimábamos una incompatibilidad entre el stock de reservas netas del Banco Central, que contemplaba el programa con el FMI para fin de año y las importaciones necesarias para mantener un nivel de actividad similar al de diciembre 2021″, dice Lorena Giorgio, economista jefa de la firma, que estima un crecimiento del 1,5% este año, algo que implicaría en realidad una caída de 5 puntos, de punta a punta, entre el primer y el último trimestre del año.
En C&T, en tanto, proyectan un crecimiento de 2,6%, mientras que en EcoGo coinciden en un 2%. Las estimaciones de Ecolatina, por su parte, incluyeron una revisión a la baja del 4% al 3,8% en sus últimas estimaciones para 2022.
Para Ricardo Delgado, titular de Analytica Consultores, la dinámica inflacionaria (ya estiman allí un piso de 82% para el año) será otro factor que afectará a la dinámica macroeconómica y generará un estancamiento en lo que queda del año. “Desde mayo y junio venimos viendo una desaceleración muy fuerte en el consumo. Fueron meses muy pobres y eso va a continuar y va a hacer que se planche el consumo. Y esa es la variable que explica el 70% de la demanda agregada”, plantea el economista. Con un tipo de cambio estimado en $170 para fin de año, por una aceleración en la tasa de devaluación del Banco Central, desde la consultora ya advierten por una “actividad planchada” en la segunda mitad de 2022, en línea con la mayoría de las proyecciones privadas.
“Todo lo que se plantea puede alterarse con mayores turbulencias, que no se pueden pronosticar y tampoco descartar. Que la dinámica financiera siga derramando persistentemente sobre la economía real y haga que todas las variables nominales de nuevo salten de escalón es un escenario que todavía está abierto. Y más allá de los anuncios, hay muchas dudas sobre su implementación, ya que la vocación política está puesta en duda”, concluye Delgado.