En San Juan, además, Tapia
aprovechó para acercar la copa al santuario de la Difunta Correa, de quien se declara muy devoto. El máximo responsable del fútbol argentino ya había llevado
al santuario la
Copa América que la Selección obtuvo en Brasil en 2021, e hizo lo mismo con el trofeo de “
La Finalissima”, conquistado en 2022. En aquel momento, además, Tapia dejó en el lugar una
camiseta firmada por Lionel Messi y todos los jugadores, con la que se montó una especie de altar.
Ni durante las 18 horas del vuelo de regreso al país de la selección desde Qatar, y mucho menos durante la caótica caravana de celebración, Tapia intentó persuadir a Lionel Messi de visitar la Casa Rosada y recibir en persona el saludo del presidente Alberto Fernández, según contaron fuentes oficiales y de la AFA. Es decir, no hizo todo lo que podía para garantizarle al Gobierno la foto en el balcón, una parada que el oficialismo dio como un hecho hasta último momento.
Los cortocircuitos entre Tapia y Fernández no son nuevos. La tensión guía su vínculo desde que al comienzo del mandato del Frente de Todos la Casa Rosada se involucró de manera directa en la vida interna de la AFA. Fernández pretendió desplazar a Tapia en beneficio de Cristian Malaspina, titular de Argentinos Juniors, el club del que el Presidente es socio e hincha.
Lejos de la Casa Rosada, la tercera parada de Chiqui Tapia fue en su propio despacho, con el cónsul de Bangladesh, Leandro Gabardi, el martes pasado. El máximo representante de AFA accedió a charlar sobre un posible amistoso contra el seleccionado de ese país, que sorprendió por su fanatismo por la Argentina. “Con Claudio Tapia fue una reunión protocolar, mi intención era conocerlo, felicitarlo y mostrarle todo el cariño que le tiene Bangladesh a Argentina”, señaló Gabardi.
El santuario de la Difunta Correa en San Juan no fue la única parada religiosa del mandamás de la AFA: Tapia visitó la Basílica de Luján y le agradeció a la Virgen por la Copa del Mundo. El principal santuario del país fue elegido en más de una oportunidad por el kirchnerismo cuando buscó tomar distancias del Episcopado y el tedeum en la catedral porteña. Fue, además, el sitio elegido por Alberto Fernández el pasado 10 de septiembre para pedir “por la vida de la vicepresidenta”, luego del atentado que Cristina Kirchner sufrió en la puerta de su departamento en Recoleta.
“Chiqui” Tapia estuvo ligado al sindicalismo desde sus comienzos. Era delegado gremial de la rama de recolección de basura del Sindicato de Camioneros cuando conoció a Paola Moyano, una de las hijas de Hugo Moyano, con la que tuvo dos hijos. Su primer contacto público con el universo sindical fue, sin embargo, con un histórica rival del líder camionero: el elegido fue Luis Barrionuevo, referente máximo de los gastronómicos. Tapia se bajó de una combi blanca en la puerta del Hotel Sasso de Mar del Plata y atravesó las puertas del complejo para abrazarse con el exdiputado nacional, a quien le entregó la réplica de la Copa del Mundo.
El dirigente del fútbol argentino decidió hacer otra parada en “La Feliz”, para mostrar el trofeo. Casualmente eligió la obra de teatro “El divorcio”, protagonizada por Pablo Rago, Luciano Castro, Carla Conte y Natalie Pérez.
Otro de los nexos entre el kirchnerismo y Tapia es Santiago Carreras. El exsenador provincial de La Cámpora y directivo de YPF, uno de los principales sponsors de la AFA, fue el responsable de la venta de un documental de la Selección argentina a Amazon por varios millones de dólares.
Esa producción, que cuenta el recorrido del conjunto nacional en la Copa América, fue producida por otro dirigente cercano a Tapia y a Carreras: Víctor Santa María, secretario general del gremio de los encargados de edificios, que viajó a Doha junto con su familia y la de Tapia.