Asabiendas de su extrema debilidad numérica en el Congreso, Javier Milei y su tropa libertaria comenzaron a entablar negociaciones con distintas fuerzas políticas pasibles de acompañar sus primeras leyes. Imaginan –o más bien se ilusionan- que la presión social que representa el 56% de los votos obtenidos en el balotaje les facilitará la titánica tarea de sumar adhesiones cuando el flamante presidente envíe su ambiciosa “ley ómnibus” con la que inaugurará su gestión.
En la Cámara de Diputados, unos 150 legisladores se pronunciaron, con sus matices, a favor de facilitar la gobernabilidad de la nueva gestión ejerciendo una “oposición constructiva”. En el Senado, otras 50 voces se expresaron en un sentido similar. Nadie garantiza apoyo irrestricto, pero La Libertad Avanza, con apenas 7 senadores y 39 diputados propios, corren con una ventaja: la fuerte atomización que presentarán ambas cámaras después del 10 de diciembre. Los libertarios están convencidos que de esta nueva configuración parlamentaria les permitirá pescar votos tanto en la pecera de Juntos por el Cambio –que quedará dividida en varios bloques- como en la del peronismo no kirchnerista; serán apoyos circunstanciales, admiten, pero todos sirven para escalar la empinada cima del quorum.
Un escenario parlamentario fragmentado, sin embargo, puede volverse una enorme complicación, sobre todo para una fuerza política novata. Cuanta más fragmentación, más serán las puertas que deberán tocar los libertarios para pedir los votos. Los interlocutores, con mayor o menor disposición, harán valer sus apoyos en función de sus intereses. En especial los gobernadores, sean peronistas o de Juntos por el Cambio. El riesgo que enfrenta La Libertad Avanza es que las leyes que requiere su presidente no terminen deshilachadas en el fárrago de las concesiones que deberán realizarles a sus “aliados”.
Paoltroni y Menem, frente al desafío
Aquí viene el gran interrogante: ¿tendrá muñeca política esta joven fuerza de La Libertad Avanza para encarar este desafío tan complejo? Milei delegó esta tarea en dos hombres de su cuño político: el formoseño Francisco Paoltroni, quien ocupará la presidencia provisional del Senado, y Martín Menem, designado como presidente de la Cámara de Diputados.
“Yo no vengo de la política y tampoco tengo estos prejuicios históricos que han dividido a la sociedad”, se vanagloria Paoltroni, quien se define como un “hombre de diálogo”. El formoseño ya se reunió con una quincena de legisladores, incluso de Unión por la Patria.
De esas primeras reuniones Paoltroni se hizo una radiografía del panorama en el Senado. Confiado, asevera que el actual bloque oficialista –que se preanuncia como el polo más opositor al nuevo gobierno- no será un coto infranqueable a la hora de buscar votos. Al contrario.
“No creo que los 33 senadores (de Unión por la Patria) hagan los que les diga Cristina Kirchner, una señora que a partir del 10 de diciembre va a estar en un pueblo del sur”, aseguró en declaraciones a radio Mitre. “Ellos tienen intereses y orígenes diversos: hay un sector que responde al kirchnerismo, otro a los gobernadores y un tercer sector que no responde a ninguno de los dos. Hay tres subgrupos dentro del peronismo que estarán votando distinto según sea la ley”, sostuvo.
Los libertarios calculan que en el Senado se les abrirá un mosaico de 50 votos de potenciales aliados circunstanciales. Descuentan que recibirán apoyos en Pro y en un buen sector del radicalismo, aunque si las cosas se complican demasiado en ese lote, los votos podrían venir de los gobernadores del PJ o bien de fuerzas provinciales. En este caso las negociaciones serían más complejas e impredecibles, ya que los mandatarios provinciales cotizarán alto sus apoyos y su fidelidad será siempre contingente.
El expresidente Mauricio Macri quiso prevenir a Milei de este riesgo cuando le insistió en que la presidencia de la Cámara de Diputados debía recaer en un aliado incondicional de Pro, Cristian Ritondo. Sin embargo, el presidente electo eligió a uno de los suyos para ocupar esa poltrona luego que así se lo reclamara su bloque.
Menem aceptó el desafío. En la tarde de ayer se lo vio circular por los pasillos con Cecilia Moreau, actual presidenta del cuerpo, para empezar a adentrarse en el funcionamiento de la Cámara. “Mantuvimos una reunión muy cordial”, comentó, sonriente.
Pese a que su designación generó algunos chisporroteos en el bloque de Pro, decepcionados con que Ritondo hubiese sido dejado de lado, los libertarios creen que contarán con el apoyo casi irrestricto de buena parte de su bancada, sobre todo quienes responden a Patricia Bullrich, alrededor de una decena. Los únicos que tal vez se muestren menos colaborativos sean quienes responden a Horacio Rodríguez Larreta, que basculan entre mantenerse dentro del bloque o bien hacer rancho aparte junto a Emilio Monzó y Nicolás Massot y los diputados que responden a los gobernadores de Pro. Todos ellos proponen gobernabilidad, pero desde una “oposición constructiva”.