Mientras Javier Milei no deja puente sin dinamitar, Victoria Villarruel trabaja a destajo entre los escombros para tratar de retener el control del Senado, la única cuota de poder que le ha quedado a la vicepresidenta desde que el Presidente y su círculo íntimo decidieron ralearla de la toma de decisiones y limitarla al manejo de la Cámara alta.
Casi sin relación con la Casa Rosada, el ministro del Interior, Guillermo Francos, es el único contacto fluido que mantiene Villarruel con el Poder Ejecutivo. La vicepresidenta procura construir y mantiene canales de comunicación con la mayor cantidad de fuerzas y dirigentes políticos posibles.
A las periódicas reuniones con referentes legislativos de la oposición no kirchnerista en el Senado, Villarruel viene sumando en los últimos tiempos una agenda paralela con los gobernadores que Milei no se cansa de maltratar. Con la excusa de participar de celebraciones puntuales o en festivales provinciales, la vicepresidenta hace un trabajo político que le permite asegurarse que el malestar de los mandatarios con la Casa Rosada no se traslade a la Cámara alta.
Conocedora de la existencia de teorías conspirativas, Villarruel desalienta cualquier rumor de complot. “Mi objetivo es cumplir el mandato como vicepresidenta hasta el 10 de diciembre de 2027″, le dijo hace dos semanas a un grupo de legisladores cuando el enojo de Milei por el fracaso de la ley ómnibus estaba en su clímax.
Esta estrategia quedó clara la semana pasada. Convocada pata celebrara un nuevo aniversario de la Batalla de Salta, Villarruel se reunió con el gobernador local, Gustavo Sáez, y compartió mesa con el misionero Hugo Passalacqua, quien fue incluido, junto al dueño de casa, en la lista de “traidores” por Milei. En la reunión también participaron Osvaldo Jaldo (Tucumán), Raúl Jalil (Catamarca) y Carlos Sadir (Jujuy).
Pero la gira de la vicepresidente no se detiene. Este fin de semana fue el turno del correntino Gustavo Valdés, con quien compartió acto en Yapeyú, el pueblo natal del general José de San Martín. La semana próxima, el anfitrión de la vicepresidente será el mendocino Alfredo Cornejo, dueño de casa de los festejos por La Vendimia. Se espera que, para mediados de marzo, Villarruel visite Las Heras (Santa Cruz), para participar de un festival local que le permitirá, de paso, reunirse con el gobernador provincial Claudio Vidal, enfrentado por estos días con la Casa Rosada por los fondos coparticipables con la Casa Rosada.
Pero no es sólo la praxis política de Milei la que conspira con los planes de la vicepresidenta por retener el control de la Cámara alta. Los propios senadores oficialistas le complican los planes a Villarruel, que tiene que salir a apagar los incendios que de manera periódica estallan en el bloque libertario como consecuencia de una guerra de egos y ambiciones que empezó antes de que los siete miembros de la bancada asumieran sus bancas.
Fue lo que ocurrió la semana pasada. A menos de 48 horas de la sesión preparatoria en la que Villarruel debía definir una nueva pulseada con el kirchnerismo por las autoridades de la Cámara alta, los senadores libertarios protagonizaron una dura reunión de bloque que a punto estuvo de costarle a Bartolomé Abdala (San Luis) el cargo de presiente provisional del Senado en el que fue designado en diciembre.
Avalados por la ambición del riojano Juan Carlos Pagotto y empujados por el espíritu de revancha de Francisco Paoltroni (Formosa), que se quedó molesto porque en diciembre le frustraron sus intenciones de ser presidente provisional, y del prosecretario del bloque, Rodolfo Negri, rival político de Abdala en San Luis, una “intifada” de cuatro legisladores estuvo a segundos de exigir el reemplazo de Abdala. Hubiese sido un papelón si se toma en cuenta que por esas horas la vicepresidenta buscaba anudar con el resto de las fuerzas no kirchneristas los votos para ratificar las autoridades elegidas en su primera sesión al frente del Senado.
Un dato sobre Negri que muestra la extravagancia política de la tropa libertaria, al menos en el Senado. Es el esposo de la senadora libertaria Ivanna Arrascaeta y le tuvieron que dar un cargo en el bloque oficialista para poder blanquear sus pretensiones de participar en las reuniones porque, sostiene, el verdadero dueño de la banca es él, que la terminó ocupando su mujer por la ley de cupo.
Por el momento, el kirchnerismo se perfila como el único enemigo declarado de Villarruel en su convivencia en el Senado. Es casi una cuestión de piel, como quedó demostrado en la sesión preparatoria del viernes con los duelos verbales que sostuvo con María Eugenia Duré (Tierra del Fuego), y con el jefe de la bancada opositora, José Mayans (Formosa).
A la fueguina, la reprendió en público, violando el Reglamento del Senado que le impide participar en el debate, por hacer política con el tema Malvinas, recordándole a la militante de La Cámpora que su padre fue veterano de la guerra del Atlántico Sur. El duelo con Mayans fue por el busto de Néstor Kirchner que la vicepresidenta ordenó quitar del Salón de las Provincias por considerar que su presencia en ese lugar no tenía justificación alguna más que una cuestión partidaria peronista.
“Más dura que Cristina”
Sin embargo, hay sectores del peronismo que reconocen en la vicepresidenta un digno rival político y toman distancia de la pirotecnia verbal que disparó en La Cámpora la pelea por la escultura del expresidente, ligando a Villarruel con el fallecido dictador Jorge Rafael Videla.
“Es un cuadro y sale para adelante; un témpano, es más dura que Cristina, no le interesa la seducción sino la convicción”, elogió a la vicepresidenta un senador peronista al término de la sesión. “Sabe elegir a sus enemigos”, agregó el legislador, destacando que la discusión con el kirchnerismo es ganancia para Villarruel.
En ese sentido, en otro despacho peronista explicaban el reclamo de su bloque por el busto de Néstor Kirchner como un intento de la conducción de la bancada de tapar una nueva derrota a manos de la vicepresidenta. “Hay que mantener el fuego encendido, la mística, por eso armaron este escándalo; pero esto es de a poco, hay que esperar”, afirmó el legislador, anticipando una futura retirada del kirchnerismo de los controles del bloque.