Junto a Carlos Martín Lufrano y otros “facilitadores profesionales”, en tanto, Palesa también aparece en el armado de las sociedades que Báez utilizó para lavar fortunas. Y como Derrasaga, recurrieron a indigentes, trapitos, analfabetos, alcohólicos y hasta un paciente con ACV para que aparecieran como accionistas de esas firmas.
Así, el juez Casanello procesó en 2023 a Palesa, Lufrano y otros “facilitadores profesionales”, tras concluir que con sus conocimientos ayudaron a Báez y sus acólitos “a introducir en el mercado las ganancias ilícitas producto de la actividad delictual”, y que de ese modo facilitaron que pudieran “aprovechar el fruto del delito sin encender las alertas de los sistemas de control con los que cuenta el Estado”.
Para Casanello, esa no fue la primera vez que avanzó contra “facilitadores profesionales” de la corrupción y el lavado. Al procesar al otrora máximo contralor por el Estado de las concesiones viales durante el kirchnerismo, Gustavo Gentili, uno de sus dos hijos y uno de sus presuntos testaferros por el supuesto lavado de cerca de 1,5 millón de dólares a través de Uruguay, también avanzó contra dos operadores financieros uruguayos que participaron en esas maniobras, Daniel Pérez Montero y Mario Alberto Ribeiro Ricci, como antes había procesado, en esa misma trama, a Eduardo Roca y Horacio Díaz Sieiro.
Sin embargo, tanto en el caso de Palesa, Lufrano y otros profesionales en la trama de Lázaro Báez, como con Pérez Montero, Ribeiro Ricci, Roca y Díaz Sieiro en el “caso Gentili”, la Cámara Federal revocó sus procesamientos. En todos los casos planteó que el trabajo que realizaron “no constituye por sí solo un involucramiento directo en los pormenores de las actividades cuestionadas”.
En todos esos casos, Casanello deberá evaluar si deja a un lado a los presuntos “facilitadores profesionales” o si, por el contrario, redobla los esfuerzos para encontrar nuevas evidencias que puedan complicar su situación procesal. Y en la misma línea, otra incógnita todavía sin respuesta es cómo Báez, el Polo Obrero, el narco Salvatore, Jaime o Lambiris, entre otros, llegaron a Derrasaga o Palesa. ¿Por qué acudieron a ellos y no a tantos otros escribanos o abogados que constituyen sociedades comerciales? ¿Alguien actuó como intermediario y permanece en las sombras? ¿Quién o quiénes podrían ser esos eslabones?