Martín Menem no logra reconducir el diálogo con los principales referentes en Diputados, quienes le reprochan “falta de palabra” y una interlocución casi nula. Los débiles lazos que el titular del cuerpo logró tender en una Cámara baja hiperfragmentada durante el primer tramo del gobierno de Javier Milei se erosionaron tras los ataques constantes de la cúpula libertaria a la dirigencia en el Congreso, incluso a la porción que colaboró para sancionar la Ley Bases. No ayudó la falta de ortodoxia del oficialismo, que demostró ser poco apegado a los procesos parlamentarios, inadmisible para quienes cuidan celosamente de los usos y costumbres de “la casa”.
“Habla poco por estos días, con trato cordial pero menos aceitado”, señaló un diputado de la oposición dialoguista. En la misma línea, otro experimentado alfil parlamentario que ayudó a construir la mayoría que le dio al Gobierno la Ley Bases sentenció: “El trato no mejoró ni empeoró, dado que nunca hubo interlocución fluida”. Por su parte, uno de los referentes más cercanos al oficialismo evaluó como “mala” la imagen del presidente del cuerpo entre la dirigencia opositora, y admitió la dificultad que tendrá el libertario de renovar su lugar al frente de Diputados a fin de año.
Será una discusión futura. Por ahora, nadie busca votos para arrebatarle a Menem la presidencia. No es una prioridad: el debate del Presupuesto, la reforma electoral y la posibilidad de un nuevo veto presidencial copan la agenda de la Cámara baja, donde reina la incertidumbre.
Es que a casi tres meses de la sanción de la Ley Bases en Diputados, atrás quedaron los 147 votos con los que el oficialismo le dio luz verde al proyecto fundacional de la administración de Milei. La semana pasada, el Gobierno celebró junto a sus protagonistas el haber arañado los 87 avales que blindaron el veto presidencial. Es el mismo número que frenaría un intento de juicio político, un fantasma que acechó al entorno del jefe de Estado.
“Festejaron cinco votos radicales, pero perdieron al resto del bloque”, resumió un diputado que observó resignado el desmoronamiento de la reforma jubilatoria, pero advirtió sobre el costo político de la jugada para el Gobierno. “Incluso si hacen una gran elección el año que viene, tendrán 90 diputados, no les alcanza ni para el quorum”, evaluó.
A pesar de que el oficialismo necesitará de aliados para mantenerse a flote en el Congreso, escenifica fortaleza e impulsa su agenda. Para ello, inauguraron la cumbre de los lunes con los dialoguistas, de la que participan parte de Pro, el MID de Oscar Zago y otros bloques satélite. Los martes, en tanto, el propio Milei comenzó a reunir a sus referentes políticos para definir tácticas y estrategias, tras la seguidilla de derrotas.
Lisandro Catalán, el secretario de Interior y número dos del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, tomó protagonismo en la cotidianeidad parlamentaria y se espera que intervenga en las negociaciones con los diferentes espacios políticos, tal como hizo su jefe durante el primer semestre de Gobierno. Menem, en tanto, seguirá oficiando de anfitrión y ordenador de la tropa propia.
No es una definición que convenza a los legisladores. “El Gobierno cambió al único interlocutor que se ganó el respeto del Congreso”, señaló con dureza un referente de Encuentro Federal. La desautorización pública que sufrió el ministro coordinador cuando señaló que el Poder Ejecutivo revisaría las modificaciones a la ley de acceso a la información pública fue un parteaguas. Tras ello, Francos sufrió un síncope y ungió a Catalán para descansar de los tironeos parlamentarios.
El secretario de Interior deberá encarar la discusión presupuestaria, donde Pro se muestra intransigente ante su reclamo para que figure la manera en que se coparticipará la porción adeudada a la ciudad de Buenos Aires. No será una conversación fácil: es un reclamo costoso de uno de sus principales aliados parlamentarios. En la próxima reunión de bloque, el macrismo invitó a disertar a Hernán Lacunza y Nicolás Dujovne, dos exministros de Economía de la era amarilla. Preparan una estrategia.
El radicalismo, en tanto, pondrá el foco en los recursos para la educación de todos los niveles. El proyecto de presupuesto libertario suspende, en nombre de la Ley Bases, el artículo 9° de la Ley de Financiamiento Educativo que garantizaba el financiamiento del sistema con un porcentaje del 6% del PBI considerando las asignaciones de la Nación, las provincias y la Ciudad de Buenos Aires. Asimismo, se suspenden los pisos establecidos en la Ley 27.614 de Financiamiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación. Es un punto que será objetado por otros espacios políticos, como el kirchnerismo y la izquierda.