Desde Mar-a-Lago (Florida) y rodeado por su círculo más cercano —el jefe del Pentágono Pete Hegseth, el secretario de Estado Marco Rubio y el secretario de la Marina John Phelan— Donald Trump presentó un plan que busca reposicionar el poder naval de Estados Unidos: la llamada “Flota Dorada”, con el arranque inmediato de dos grandes buques “clase Trump”.
La iniciativa, según el anuncio, pretende responder a un diagnóstico repetido por el mandatario: una flota “envejecida” y con capacidades que, en su lectura, quedaron detrás de las exigencias estratégicas actuales. “Nuestros barcos se volvieron viejos, cansados y obsoletos”, dijo al justificar el giro.
Buques de más de 40.000 toneladas y tecnología como sello
El proyecto prevé unidades con desplazamiento superior a 40.000 toneladas, concebidas como nuevos buques insignia.
Trump las comparó con los históricos acorazados estadounidenses (como la clase Iowa), pero prometió un salto de escala: naves “más grandes” y, en sus palabras, con una potencia muy superior a las del pasado.
En el corazón del diseño aparece una idea fuerza: inteligencia artificial como componente “determinante” para operación y control.
Armamento: hipersónicos, rieles eléctricos y láseres
El anuncio también buscó impactar por el paquete de capacidades. Se habló de armas hipersónicas, cañones de riel (railguns) y láseres de alta potencia.
Phelan añadió que estos buques se integrarían con misiles de crucero lanzados desde el mar con capacidad nuclear (en desarrollo).
Trump, además, defendió el regreso de cañones “tradicionales” con un argumento de costos: que pueden resolver misiones similares a las de los misiles, pero por una fracción del precio.
Presión a contratistas y reindustrialización de astilleros
El capítulo industrial fue casi tan central como el militar. Trump criticó la lentitud del complejo de defensa y anticipó una reunión con contratistas para acelerar plazos.
En paralelo, deslizó que podría aplicar penalidades a empresas que incumplan cronogramas y cuestionó que parte del dinero corporativo vaya a salarios ejecutivos o recompras en lugar de inversión en capacidad productiva.
Como símbolo de esa agenda, destacó la reapertura del astillero de Filadelfia a partir de una inversión anunciada de US$ 5000 millones por parte de la firma surcoreana Hanwha.
El trasfondo geopolítico: Venezuela, petróleo incautado y control marítimo
El anuncio se dio con un contexto regional cargado: Trump lo enmarcó en una escalada de tensión con el gobierno de Nicolás Maduro, y ratificó que Estados Unidos mantendrá bajo custodia 1,9 millones de barriles de crudo incautados de un tanquero capturado recientemente.
También mencionó operaciones contra una “flota clandestina” venezolana y citó capturas de buques, mientras desde Moscú se siguieron con preocupación los movimientos en Caracas.
Como cierre, el presidente vinculó su estrategia naval con operativos antidrogas en el Caribe y afirmó una fuerte caída del tráfico marítimo de estupefacientes.
































