A su triple experiencia como ministro de Defensa, en los gobiernos de Raúl Alfonsín, Fernando de la Rúa y Eduardo Duhalde, y el manejo de crisis militares y sociales, José Horacio Jaunarena suma el logro parlamentario que permitió sancionar por consenso en 1991 la ley de seguridad interior. Es el marco legal que fijó límites a las Fuerzas Armadas y que el presidente Javier Milei quiere ahora modificar para regular la participación de los militares en el combate contra el narcotráfico.
“Es un error focalizar el tema exclusivamente en lo que sucede en Rosario. El problema no se agota con saturar de fuerzas la ciudad. Mientras no tengamos un adecuado control de nuestro territorio, no mejoremos la vigilancia de nuestras fronteras y no controlemos de manera adecuada la exportación de droga en los puertos de esa ciudad, la pelea contra los narcotraficantes será insuficiente”.
-¿Están dadas las condiciones para que intervengan las Fuerzas Armadas en situaciones como la de Rosario?
-La lucha contra el narcotráfico excede el marco de la represión que, sin duda debe hacerse, pero abarca también el movimiento de capitales, el funcionamiento de la Justicia, las relaciones internacionales, el control de nuestro territorio y de nuestras fronteras y, sobre todo, el diseño de políticas que ayuden a evitar la demanda de droga. Hay que combatir la adicción. Si lo hiciéramos, caería la oferta y con ello el negocio. Sin embargo, toda la política se concentra exclusivamente en la represión de la oferta, con los resultados conocidos.
-¿Alcanza con el envío de efectivos?
-Es un error focalizar el problema exclusivamente en lo que sucede en Rosario, con las bandas criminales que matan a inocentes. El problema no se agota solo con saturar de fuerzas la ciudad, lo cual es imposible de mantener a perpetuidad. A la zona de Rosario llega, por el contrabando que viene de Paraguay y Bolivia, una inmensa cantidad de droga, la mayoría de la cual se exporta por los puertos de la zona. El remanente motiva la pelea entre quienes lo comercian aquí, lo que genera una inmensa cantidad de dinero con la corrupción que ello produce. Mientras no tengamos un adecuado control de nuestro territorio y mejoremos la vigilancia de nuestras fronteras, tanto las terrestres como las fluviales, y no controlemos de manera adecuada la exportación de droga que sale de los puertos de Rosario, la pelea contra los narcotraficantes será insuficiente.
-¿Los militares tienen que intervenir?
-El problema excede la discusión acerca de si las Fuerzas Armadas deben o no intervenir en la lucha contra el narcotráfico. La disyuntiva está mal planteada, ya que ignora los diferentes aspectos y ámbitos que debe abarcar la lucha y en cuya implementación tienen que involucrarse diversos organismos del Estado. También las Fuerzas Armadas y de seguridad, en diferentes operaciones para las cuales tienen que haber sido previamente adiestradas y equipadas, de acuerdo con el ordenamiento legal vigente. Hoy nuestras Fuerzas Armadas no tienen doctrina, instrucción, equipamiento ni marco legal para intervenir operativamente en la situación que debemos enfrentar en Rosario.
-¿Cómo evalúa la decisión del gobierno de sumar a los militares en las operaciones en Rosario?
-Lo que ha hecho el Gobierno es enviar apoyo logístico, como vehículos de transporte del Ejército y posiblemente luego helicópteros, lo que está contemplado en el artículo 27 de la ley de seguridad interior. No está previsto ni corresponde que las Fuerzas Armadas intervengan o actúen operativamente frente a esta situación.
-¿Coincide con el Presidente en que hay que hacer cambios en la ley de Seguridad Interior?
-Sí, hay que hacer cambios, no solo en la ley de seguridad interior, sino también en la ley de defensa.
-¿Qué aspectos hay que modificar?
-La ley de defensa nacional va a cumplir pronto 40 años y la de seguridad Interior un poco menos. Es imposible ignorar lo que ha cambiado el mundo en este tiempo y cómo han variado las relaciones internacionales y los conflictos que involucran a nuestra seguridad. Asistimos a un proceso de evolución tecnológica de una rapidez que no tiene precedentes en materia de armamentos, lo que nos obliga a ser muy cuidadosos en la compra de equipamiento. Corremos el riesgo de que cuando podamos utilizar lo adquirido, el mismo haya devenido obsoleto. También debemos considerar la aparición del dominio cibernético y la evolución de la Inteligencia Artificial, por lo que deben imaginarse respuestas nuevas a nuevos desafíos a la seguridad.
-¿Las Fuerzas Armadas y de seguridad enfrentan desafíos comunes?
-No solo debemos modernizar algunos textos, sino que también habrá que modificar conceptos. Debemos dejar de analizar los temas de las Fuerzas Armadas y de seguridad como compartimentos estancos y pasar a concebir las acciones como de complementación, cuando la índole del desafío así lo indique. Esta nueva concepción permitirá evitar redundancias y multiplicaciones burocráticas, especialmente en tiempos de escasos recursos.
-¿Qué papel tienen que cumplir las FF.AA. frente a amenazas externas?
-Debiéramos cambiar la idea de que el empleo de las Fuerzas Armadas debe reducirse a los casos de agresiones de origen externo. La respuesta a la agresión no debe hacerse según la localización geográfica del agresor, sino con el elemento más adecuado, teniendo en cuenta las características del ataque, el armamento que usa el agresor, su capacidad de daño, por ejemplo. Son algunos de los elementos que habría que tener en cuenta en una reforma de las leyes de defensa y seguridad interior, disponiendo de manera adecuada el desempeño de las Fuerzas Armadas y de seguridad en diferentes escenarios
-En 1991 la ley de seguridad interior surgió por consenso. ¿Se puede avanzar hoy en un acuerdo político sobre estos temas?
-El deber de la política es hacer posible lo necesario. En este caso, nuestra obligación debería ser generar estas condiciones. Hay que lograr el mayor consenso posible en torno a la modificación de estas leyes porque la seguridad de nuestros espacios soberanos y de nuestros ciudadanos es una cuestión de Estado y las políticas deben surgir de acuerdos que reúnan la mayor cantidad posible de apoyo, lo que les va a dar mayor eficacia y perdurabilidad.
-¿Cómo pesan en las FF.AA. los juicios por delitos de lesa humanidad que aún siguen?
-Los militares, como todos los ciudadanos amantes de la ley, sienten que es un escándalo que haya juicios que llevan más de 30 años sin que se conozca la culpabilidad o inocencia de los imputados. También es escandalosa la duración excesiva de los procesos judiciales.