Javier Milei avaló, finalmente, el documento final del G20. Pese a las dudas, a los críticos discursos que el Presidente emitió durante el primer día de la Cumbre y a las especulaciones sobre la posibilidad de que la Argentina pidiera un esquema “19+1″, el líder libertario optó por no patear el tablero y se sumó a la declaración general de los jefes de Estado.
Milei, sin embargo, le pidió la palabra al mandatario anfitrión, Inacio Lula da Silva al momento de suscribir el documento. En ese momento, frente al micrófono, enmarcó su decisión como un esfuerzo para no “obstaculizar la declaración de los demás líderes” y verbalizó sus diferencias con el contenido del texto.
En una declaración oficial difundida luego por la Argentina al margen del documento final de la Cumbre, el Gobierno advirtió que se declara disociado de aquellos párrafos vinculados a la Agenda 2030 y a las iniciativas para cobrar impuestos a las grandes fortunas.
Durante la primera jornada en Río de Janeiro, el Gobierno en rigor emitió dos comunicaciones distintas. En la primera, publicado a las 15.30 por la Oficina del Presidente en X, la Casa Rosada dijo que la Argentina “firmó la declaración final disociándose parcialmente de todo el contenido vinculado a la Agenda 2030″. Eso dio a entender que en el mismo texto final de la Cumbre quedarían plasmadas las diferencias del país.
Horas más tarde, la delegación argentina en Río de Janeiro difundió una “Declaración de la República Argentina en la Reunión del G20 en Brasil 2024″ en donde aclaró que el país forma parte del documento final del G20, sin adendas pese a las “líneas rojas” que la Argentina planteó durante el debate. “A la Argentina le preocupa que no se hayan respetado sus líneas rojas, fundamentales para el funcionamiento del consenso. A pesar de ello, no se disocia del G20″, rezó el escrito.
En la práctica, así, el mandatario argentino reivindicó su “rebeldía” en lo discursivo, pero evitó quedar aislado del mundo. De todas formas, en sus discursos frente a los líderes mundiales, Milei dejó muy en claro que no coincide con varios puntos de la declaración conjunta.
La Argentina anunció que está en desacuerdo con las expresiones “desinformación, información falsa, discursos de odio y otros daños en línea”, porque -a los ojos del gobierno argentino- pueden afectar la libertad de expresión en redes sociales. Otra “línea roja” está en la implementación de la Agenda 2030, que Milei denosta. “La Argentina considera que afecta la vida, la libertad y la propiedad de las personas”, dijo el comunicado oficial.
Además, la Argentina se declaró en contra de los impuestos a los “súper ricos” ya que “implica un trato desigual frente a la ley”. Por último, la Argentina se opuso a la palabra “género” porque “la Argentina no apoya ningún tipo de discriminación positiva”.
En la previa a las deliberaciones, la Casa Rosada se mostraba muy reticente a suscribir ejes claves del documento impulsado por el mandatario anfitrión, Luiz Inacio Lula da Silva, con quien Milei tiene diferencias ideológicas irreconciliables. La delegación argentina, por caso, planteó su ferviente oposición a promover un impuesto a las grandes fortunas, “el gravamen a los super ricos”, que es una de las apuestas fuertes de Lula en Río de Janeiro.
En una Cumbre G20 en donde hubo potencias europeas que presionaron para reabrir el debate por el posicionamiento frente a los conflictos bélicos en Ucrania y Medio Oriente, la postura de la Argentina en la eventual declaración final del G20 se lleva los reflectores del evento. La narrativa que impulsa Brasil en el documento, en tanto, está muy emparentada con la Agenda 2030, con términos inadmisibles para el líder libertario.