El sector es clave para el sostenimiento de la economía; en el primer cuatrimestre generó $1,22 billones en impuestos y la agroexportación liquidó US$11.098 millones, casi un 14% más que en igual período de 2021; el impacto de las retenciones y la brecha cambiaria
El aporte del campo al entramado económico argentino es determinante. Y los números así lo reflejan. En el primer cuatrimestre del año, la agroexportación liquidó US$11.098 millones, un 13,76% más que en igual período de 2021. Además, entre enero y abril de 2022, el sector aportó $1,22 billones al Estado en impuestos, el 23% del total recaudado. Y las previsiones para el año son alentadoras: las ventas al exterior por granos y subproductos se expandirían en US$3400 millones.
El 24% del producto bruto interno (PBI) está atado, en mayor o menor medida, a esta actividad -entre productos primarios (8%), agroindustria (7%) y servicios conexos (9%)-, lo que la ubica como la primera en injerencia en la riqueza del país. En ese sentido, el año pasado el sector significó US$77.235 millones, de acuerdo con la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA). Implica que uno de cada cuatro pesos que produce el país está vinculado a las cadenas agroindustriales.
Y es en materia de exportaciones donde el sector juega un rol fundamental. El año pasado, las ventas totales al exterior de la Argentina fueron de US$77.934 millones, de las cuales casi el 40% correspondieron a manufacturas de origen agropecuario (US$30.951 millones) y 28% (US$21.828 millones) a productos primarios, entre otros. En tanto, en el conjunto -incluyendo biocombustibles y otras actividades-, el agro se posicionó como el sector que más exportaciones realizó, con el 69,7%.
Por su parte, según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), en 2021 las exportaciones de la producción agrícola [complejos de soja, maíz, trigo, girasol, cebada] se ubicaron en US$38.049 millones sobre un total del país de US$78.092 millones. Para este año, en tanto, en medio de los mejores precios internacionales y pese al recorte de la producción local por la sequía, la entidad prevé ventas al exterior por granos y subproductos por US$41.500 millones sobre un total de US$87.182 millones del país. Es decir, en 2022 las ventas del agro se expandirían en US$3400 millones.
Todo esto sin contar el aporte de otras cadenas como carnes, lácteos, entre otras. De hecho, para Equilibra Centro de Análisis Económico, sumando a los granos las carnes, la pesca, los lácteos, forestación, entre otros sectores, se llegaría a US$50.700 millones. Teniendo en cuenta todos estos sectores, aquí sería un 7,5% por encima de 2021.
Vale recordar, en este contexto, que considerando lo que ingresan por divisas las empresas exportadoras que integran la Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC), la agroexportación allí agrupada liquidó en el primer cuatrimestre de 2022 la suma de US$11.098 millones, un 13,76% más que en los primeros cuatro meses de 2021, cuando fue de US$9755 millones.
Los analistas apuntan que el campo es una de las actividades con mayor dinamismo adquirido en la última década. “Es el sector que más tecnología ha incorporado al proceso productivo en los últimos años. La Argentina tenía una cosecha rígida y a partir de las nuevas innovaciones, la cosecha se multiplica por cuatro”, explicó Marina Dal Poggetto, directora Ejecutiva de la consultora EcoGo.
El sector también lidera otro ranking: es sobre el que más impuestos recaen, particularmente en la agricultura y la ganadería. En retenciones, tributos generales y especiales, el Estado se queda con el 65% de la renta del campo. De cada $100 que genera una hectárea de los cultivos de soja, maíz, trigo y girasol (el valor de la producción menos costos), unos $64,9 terminan en manos del gobierno a nivel nacional, provincial o municipal, según FADA.
En el primer cuatrimestre del año, el campo aportó $1,22 billones al Estado en impuestos. Esta cifra significa el 23% del total recaudado, según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). Solamente las retenciones son cerca del 15% de la recaudación, de acuerdo con Dal Poggetto.
“Mientras más altos son los impuestos, menos recursos tiene el productor para canalizar fondos a inversiones que serán necesarias a futuro como fertilizantes y cultivo de cobertura, entre otras. Además, no se ve que los impuestos que recauda a partir de la actividad se canalicen en servicios o bienes de interés para el sector agropecuario”, aporta Juan Manuel Garzón, economista Jefe de Ieral, de la Fundación Mediterránea.
La comparación con otros sectores ilustra el nivel de presión sobre la actividad. Por cada punto de PBI que produce, el campo genera 1,5 puntos porcentuales de recursos tributarios, mientras que el resto de la economía aporta 0,9 puntos. Se trata de un 64% más que cualquier otro rubro, según la Sociedad Rural Argentina.
Numerosos estudios y especialistas apuntan a los efectos nocivos de la presión impositiva, burocrática y regulatoria sobre el campo. Un informe de la Fundación Apertura aseguró que, de eliminarse las retenciones, el PBI de la Argentina crecería al menos tres puntos extra por año. Y se generarían unos US$10.000 millones adicionales por exportaciones, anualmente.
Para Iván Ordóñez, economista especializado en agronegocios, el área sembrada podría crecer un 12% más de no haber brecha cambiaria ni derechos o cupos de exportaciones. El crecimiento representaría cuatro millones de hectáreas productivas adicionales y -entre cultivos de invierno y de verano- 40 millones de toneladas de granos más. En términos financieros, su equivalente es de cerca de US$16.000 millones de dólares y un incremento de las exportaciones del 24%.
“Las principales provincias que aportan retenciones no reciben lo que corresponde en coparticipación. La consecuencia es que esos recursos no se utilizan para reinvertir y generar infraestructura que asista al crecimiento del sector. Se lo descapitaliza. Todo el ecosistema pierde potencia de reproducción porque un montón de recursos se van para otro lado. El capital es el ahorro”, explicó el especialista.
Idas y vueltas
Desde el regreso de la democracia en 1983, los sucesivos gobiernos hicieron más de 80 modificaciones en las legislaciones sobre los derechos a la exportación de los principales productos agropecuarios, según la Bolsa de Comercio de Rosario. Los porcentajes más altos se impusieron a la soja en 1989, con un 41%. Luego, en 2008, la expresidenta Cristina Kirchner intentó volver a poner una alícuota superior al 40% con las retenciones móviles que desataron cuatro meses de conflicto con el campo. La iniciativa se cayó con una votación en contra en el Senado que definió el exvicepresidente Julio Cobos.
En tanto, vale recordar que con la desregulación de la economía y la quita de retenciones que se llevó adelante con Carlos Menem, habían quedado en un 3,5% a la soja para impulsar el agregado de valor en la industria.
Las retenciones en general volvieron a aumentarse con el expresidente Eduardo Duhalde, política que siguió con Néstor y Cristina Kirchner. Al llegar al poder, Mauricio Macri realizó una quita a 0% para varios productos y trazó un sendero de disminución para la soja. Sin embargo, en 2018 volvió con un esquema de 3 y 4 pesos por dólar exportado. Si bien redujo los derechos de exportación para algunas economías regionales, el presidente Alberto Fernández, en tanto, aumentó la presión impositiva. Hoy los derechos de exportación son del 33% para el grano de soja y el 12% en trigo y el maíz, entre otros productos.
La Rural tiene iniciada una causa judicial en Córdoba contra las retenciones porque considera que, al no votarse el presupuesto 2022 que contenía una prórroga para las facultades delegadas del Congreso al Poder Ejecutivo en esta materia, ya no tienen un sustento legal, inclusive para el aumento que hizo el Gobierno en marzo pasado del 31% al 33% para la harina y el aceite de soja.
Pese a todas las dificultades impuestas, el campo produce el 40% de los bienes de la economía, según La Rural. El impacto del agro argentino trasciende las fronteras nacionales siendo que el 11% de los productos agropecuarios en el mercado mundial, en 2020, llevaron el sello local.
Fue 1° exportador de harina y aceite de soja, aceite y jugo de limón, maní y porotos; el 2° exportador de yerba mate y maíz; el 3° de granos de soja; el 4° lugar en peras y leche en polvo y en el 5° puesto como exportador de harina de trigo, carne bovina, lanas, aceite de girasol y camarones y langostinos.